HERRAMIENTAS DE PRIMER GRADO

 



¿Qué es la herramienta más que una extensión de nuestras manos? ¿Qué es la mano más que una extensión de nuestra mente?  ¿Cuál es la extensión de nuestra mano hoy en día más que el móvil? ¿Representa pues este objeto nuestra mente?    Que cada cual se responda a sí mismo.  

Bien.  Este trabajo tiene un carácter meramente experiencial, referencio bibliográficamente a mis entrañas. 

Me encuentro en un momento de la vida en el que voy inventando cada día mis herramientas. Cada día veo referencias de lo que se debe hacer y pienso, ‘oh, cuán ignorante soy y cuánto me tengo que formar’. En esos momentos es cuando me planteo qué es realmente la maternidad y entonces me doy  cuenta de que tengo que inventarme a mi misma, no necesito manuales de  BLW, charlas de lactancia ni gurús de rutinas del sueño del bebé.

Amo ser madre de mis mellizos, pero odio la maternidad.

Y digo esto porque las condiciones en las que se nos reconoce como tal , son condiciones de esclavitud: hacer máximos bajo mínimos.

Es por la maternidad que llevo sin pintar desde que me quedé embarazada. Mi centro creador ha estado ocupado haciendo piernitas, riñoncitos y ojitos. Después ese centro creador ha estado inventando desde mi útero la nueva forma, mi forma de ser madre.  Y como es esta mi mayor obra de creación, la otra forma que conozco que es la pintura, de momento ha desaparecido. ¿Alienada?  No, yo creo que en proceso de tallar mi piedra bruta. 

Tomo un día la regla de las 24 divisiones y me digo: llevas 15 meses sin las olas de la regla de las 28 divisiones.  Mi cuerpo, sabio de sí mismo ha puesto mis ciclos en ralentí para que me dedique en tiempo completo a indagar en los ciclos de mis criaturas.  Sus ciclos son completamente bellos, están conectados a la naturaleza de una forma primaria que envidio. Saben lo que necesitan en cada momento y saben expresarlo. Sus horas marcan mis horas. 

Hace un par de meses me estaba planteando aprovechar de una forma óptima mis 24 divisiones solares, pues se me escapaba en tiempo entre los pechos. Pero no hizo falta que pusiera un despertador para levantarme como un gallo. Solo hizo falta fuerza de voluntad y entonces mis bebés cogieron la rutina de despertar a las 7h de la mañana. Esto que relato es la conexión emocional y espiritual que antes nos unía por un cordón físico, ahora es un cordón invisible.

Las reglas las nombro yo pero las marcan ellos.  Cada hora del día que atravieso es una puerta hacia mi propia fortaleza, sobretodo en los momentos en que ambos requieren de mi calor y los porteo a la vez en mi cuerpo, con sus ahora 9 kilos cada uno. 

Tomo entonces otro día un cincel y me doy cuenta de que no necesito el maravilloso ‘curso online de tres horas sobre desarrollo personal para encontrar todo tu potencial a través de las flores de Bach por el módico precio de 399$ si reservas ahora mismo’.

Me doy cuenta de que solo necesito confiar en mi potencial, confiar en mis pulsiones. Atender a la idea de que yo soy yo misma y mis ciclicidades. Que a veces soy luminosa, a veces me encuentro oscura. A veces necesito salir y comerme el mundo (con la lactancia te comes tres mundos), pero otras veces necesito refugiarme en mi cueva e incubar todo lo que pueda la grasa de mis nalgas.  Me doy cuenta de que a veces doy demasiado fuerte con el cincel y deja marca que ya no se puede rellenar, pero si me perdono me salen flores. Siento que puedo con todo, siento que no puedo con nada, pero lo acepto. Me siento libre de estar atada a sus cuerpos. Las marcas que me han dejado en la barriga me hacen feliz porque son un recuerdo. Abrazo lo cansada que estoy y la excitación por toda la energía que me mueve. Siento que debo parar, siento que no puedo parar. Me siento y me relajo, pero verles me relaja más.   

Esta es la talla compleja de Praxíteles, NO, de mi maternidad. Así me construyo, me demuelo cada noche y me vuelvo a pulir. 

Tomo también un mazo y es lo que más me pesa. Se me cae entre los renglones.

Me cuesta aceptar que en mi vida ha habido golpes fuertes. Pero es que esos golpes son los que han hecho posible que un cincel modele mi imagen. Me cuesta reconocer esta herramienta porque duele de una forma seca y grave, el cincel hace música al tallar la piedra pero el mazo cae como una tormenta de golpes.

Me da miedo reconocer en mi hija que a mi me han dado con un mazo, tengo miedo de que lo que a ella le moldee sea la fuerza y no la belleza.

Pero entonces veamos, no toda la fuerza tiene por qué ser en forma de golpes. La fuerza puede tornarse en voluntad para moldearse a uno mismo. En búsqueda de conocimiento. En personalidad inquebrantable, en integridad desde dentro hacia fuera.   En que puede ser que un mazo haga daño, pero se sufre si uno desea. Mayor ejemplo son las mareas de dolor que atravesé durante tres días para traeros a este lado de la piel, pero que no fueron  para sufrir, si no para veros nacer y daros la LUZ.

 

Coralito

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